domingo, 10 de abril de 2011

COMIENZO DEL MINISTERIO DE JESUS



Jesús tenía unos treinta años cuando empezó su ministerio. En Mateo 4:12-25 leemos que Juan el Bautista predicaba hasta que fué encarcelado. En Marcos leemos el relato:
Marcos 6:17: Porque el mismo HERODES había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.
Marcos 6:18: Porque Juan decía a HERODES: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

Por su parte, pasados los cuarenta días que Jesús estuvo en el desierto, volvió con poder del Espíritu a Galilea (Lucas 4:14-15). Cada vez que se vence a Satanás, a una tentación o vicio, la persona que lo consigue adquiere un aumento del poder de Dios. Por lo contrario, si la persona que lleva una vida recta se tuerce y no se apresura para arrepentirse, recibe una debilidad de Dios y Satanás lo aprovecha para aumentarle las desgracias.
Vemos que las personas somos como administradores de un vaso. Si llenamos nuestro vaso de agua, se vacía su parte de aire. Si la dejamos con aire, de nada nos sirve el vaso. Tenemos responsabilidad para llenar nuestro vaso de vino, verdad, mentira, veneno.... Por tanto, somos un tanto como Dios. Con nuestro vaso, hacemos lo que podemos y a veces, dicho mal, lo que nos da la gana. Un día Dios nos pedirá cuentas a cada uno del uso del vaso que nos ha dejado en vida.

Jesús empezó muy bien el ministerio. Enseguida se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en las sinagogas (templos judíos) y era glorificado por todos. Esto no era fácil. Hay que tener en cuenta que la comunidad religiosa estaba dividida principalmente entre fariseos, saduceos, zelotes (entre ellos era el apóstol Pedro), esenios. Por si fuera poco, también habían intérpretes de la ley. Convencerlos a todos, siendo muchos fanáticos, odiosos de los otros y enseñando Jesús cosas nuevas, como que El era el Mesías que tanto unos como otros esperaban, debía ser complicado.
Jesús era Dios, el Creador del Universo y de todas las cosas. Al estar encarnado en un humano, como cualquiera de nosotros, tenía que demostrar lo que decía con poder y ser muy convincente. Para ello, precisaba de una comunión total con el Padre Celestial. En todo su ministerio hasta la muerte, se muestra dicha unidad.
En Lucas 4:16 muestra como demostraba lo que decía en las sinagogas. La actuación de la persona del Padre, le abre el camino por donde quiera que fuera hasta que llegó su profetizada hora en que fué arrestado tres años más tarde. Este tipo de milagros suceden hoy día como siempre entre los cristianos. El libro de Hechos muestra el principio de la cristiandad. Cada uno de los cristianos de hoy día servimos de una u otra manera en la obra de Dios.

A Jesús se le dió a leer un texto del Profeta Isaías. Le venía como el anillo al dedo. Tanto texto hay en las Sagradas escrituras y precisamente lee una profecía escrita unos 800 años antes que expone las buenas obras que Él haría.




Por su parte, Satanás no iba a quedarse quieto. Si Jesús predicaba el camino, la verdad, la vida, la salvación, el opositor, predica lo contrario. A veces, engañando con sutilezas dulces, aparentemente inofensivas.

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